Tapando huecos
|Cuando hace unos pocos días Nintendo anunció para sorpresa de propios y extraños el lanzamiento de NES Classic Mini, estoy seguro de que más de uno se preguntó si lo que estaban viendo sus ojos era una ilusión fruto del bochorno veraniego. Por momentos la noticia sonaba hasta a broma de mal gusto, sobre todo en un año en el que esperamos con (demasiada) ansiedad la presentación de la nueva máquina que parece no llegar nunca.
Sin ser entusiasta de la propuesta que supone NES Classic Mini por muchos motivos, tengo que reconocer que la jugada por parte de Nintendo está, como casi siempre, planteada a la perfección. Hay quien quiere ver con tal lanzamiento gestos relevantes en el devenir de la compañía o cuanto menos significativos cambios de rumbo respecto a la Consola Virtual. Sin embargo, como me viene apuntando Joan estos días lo que NES Classic Mini tiene de genialidad es que se trata de un simple juguete. Y por cierto, uno muy bien hecho en mi opinión.
Diseñado para arrastrar a legiones de seguidores, actuales y desapegados, a base de nostalgia; con una selección de juegos incluidos variada y donde priman la calidad y las opciones populares; un precio de partida enormemente atractivo; extrema facilidad de uso (con puertos USB para la corriente y HDMI para el vídeo/audio, que lo convierten en un cacharro plug and play directo ajeno a complicaciones); y, es de esperar, una calidad de construcción propia de Nintendo que no nos haga sentir que estamos ante un producto del «Todo a cien»; NES Classic Mini se presenta como un producto perfecto que nadie dudará en regalar a otros o comprarse para darse un merecido capricho.
No hablamos de un producto dirigido a coleccionistas o entusiastas de lo retro, sino de un aparato calculadamente pensado y certeramente dirigido al «mass market». La apuesta puede no ser algo nuevo (otras compañías como SEGA, Atari o SNK han puesto en el mercado productos similares), pero el éxito está asegurado y no creo que Nintendo tenga problema en hacer caja con una buena campaña de marketing y una correcta distribución.
Características del producto o elucubraciones sobre el potencial mercado de NES Classic Mini aparte, lo que más me ha llamado la atención dentro de todo el revuelo generado por la retro-maquinita es algo en lo que pocos han reparado y para mí es de lo más significativo. Me refiero a la fecha de lanzamiento: mitad de noviembre. Momento en que es más que probable que, de no haberse retrasado, hubiese visto la luz la versión de Wii U de The Legend of Zelda: Breath of The Wild. O cualquier otro gran lanzamiento de la casa, de haberlo habido.
Con Paper Mario: Color Splash fechado de forma oficial para octubre, llevaba unas semanas preguntándome si de verdad los de Kyoto iban a atreverse a dejar vacías estanterías de tiendas y bajos de árboles de Navidad entre sus aficionados de sobremesa (vamos, los que gustan de jugar en la tele; la parte portátil sabemos que está cubierta de sobra). La respuesta, totalmente inesperada, ha sido NES Classic Mini y aunque no me disgusta, y hasta me saca una sonrisa, me hace ver lo poco que nos queda por rascar a los entusiastas de Wii U más allá de la fantástica eShop. Curiosa forma de tapar agujeros y de cerrar un año extraño como pocos.